Su mente lo ha hecho perderse totalmente, no se encuentra ni en la más simple de las acciones, muerde y muerde su lápiz con la esperanza de despedazar el mundo eventualmente. Sin dejar de morder el lápiz mira a la mujer que tiene alado, la encuentra nauseabunda y a la vez atractiva, quisiera invitarla a fumar un porro y hacer el amor a la madrugada pero no se atreve, se siente invisible.
Entonces vuelve a asesinar al lápiz, lentamente, para no ser tan obvio. Nadie quiere ser amigo del asesino de lápices, ni de la chica de las preguntas estúpidas. Nota personal (a lo pi): ¿Alguien más quiere asesinar al tarado que dijo que no existen las preguntas estúpidas?
Mirar al cielo tendría más sentido si con el pasar de las películas el cielo no empezara a volverse falso, la realidad de las cosas que están en su cabeza dejan de ser verosímiles en su diario vivir, las moscas no se escuchan como deberían, la lluvia suena falsa, los golpes son demasiado suaves, las voces no se entienden.