lunes, 17 de enero de 2011
Otra vez los monjes deformes
El vagón 23 es el único vacío, exceptuandome, sin embargo dentro de él escucho tantas voces que me siento como en celebración de bautizo en familia católica, de ésas que no van a misa pero encuentran en Dios la justificación para emborracharse, que encuentran en todo la justificación para emborracharse. Mejor así, a pesar de que la soledad me persigue sin importar que tan rápido corra, jamás me ha gustado el silencio, me perturba porque empiezo a pensar en la muerte y a pesar de que mi vida ha sido patética, la muerte es mi peor temor, mas aún en esta época de valientes, mediante los años me voy dando cuenta que nadie, absolutamente nadie más le tiene miedo a la muerte, o por lo menos eso dicen. Volviendo al tema de las voces, alrededor de la media hora de viaje me empezaron a molestar, asi que me pusé los audífonos, pero atravesaron el sonido de la música y calle 13 se escuchaba a lo lejos pero las voces se escuchaban tan cerca, hasta que dejaron de estar cerca y se alojaron adentro, luego me hormigueó el cerebro y los 7 asientos vacíos estaban ocupados por sombras, por supuesto en el piso, la gran mancha de sangre, cómo no me di cuenta, las sombras de ese día volvieron para asesinarme otra vez.
Enamorados
Me da miedo dedicarme a la escritura, porque el mundo me ha enseñado que las palabras son limitadas, fugaces, irreales y decadentes, o tal vez por eso me gusta.
Pensión con baño privado y agua caliente
El isreaelita vive de ilegal, por eso no sale mucho. La mujer de los vestidos provocativos, mejor dicho, la puta, dice que es actriz, porno seguramente. El del tercer piso por la forma de vestir y los mocasines, asumo que es el clásilo lame culo que trabaja en un cubículo. Los demás inquilinos no son tan interesantes, bueno ningún inquilino es interesante, pero por lo menos éstos tres son más aptops para el chisme. Mi calle como diría Segovia "anuncia que los ángeles fueron violados", es su culpa por meterse en un sector que no les incumbe. Borrachos, veo todo el día, los divido en dos grupos, los belicosos y lso correístas, los segundos son de mi agrado no sólo porque el pelón me simpatiza, sino porque ahora beben con tranquilidad a pesar de que les han achicado las horas del vicio, única desición errada hasta el momento, por lo menos como yo lo veo. Los belicosos son medio zafados, no quieren creer en el Correa. Hace un rato bajó el israelita, entonces me acordé del accidente del "Cine América" y tuve que apagar el tabaco.
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