domingo, 27 de marzo de 2011

Autodestrucción


Yo soy un fracaso, mi vida es un fracaso, y siempre me ha gustado así. Soy pequeña, enana, casi invisible.  La ciudad siempre fue lo mío, siempre ha sido, siempre fue y siempre será lo mío, yo no soporto  los pueblos, ese aire aburrido, las plazas muertas, los insectos tan hambrientos, las anécdotas,  es decir, los chismes, los pueblos llenos de gente amable y perversa, su respeto/temor a las brujas y su devoción a los dioses. La ciudad me hace feliz, mientras más ruido mejor, mientras más gigantes mejor, mientras más aceleración haya mejor, eso me ayuda a sentirme como si yo fuera la relajada,  la que va despacio, supongo que por eso la vida me arrastró a Buenos Aires, los rumores de los argentinos y su talento para matar corazones cruzaron muchas fronteras hasta llegar a Quito, Quito que nada tiene que ver, nada de rápido, nada de asesino, ciudad medio muerta, ciudad/pueblo.
Yo no soy una buena persona, no hago las cosas bien, si, poseo la conciencia del bien y el mal, pero las cosas hechas con “buenos sentimientos” me aburren, me asfixian, me enferman. Me parecen falsas, como acciones en busca de aprobación, no la soporto, las supuesta bondad humana, no la soporto.
La soledad me persigue desde el 23 de mayo de 1992, a veces me alcanza pero luego me le escapo, nunca me ha alcanzado cuando estoy sola, sin hacer nada. Me suele coger cuando estoy despistada, es ingeniosa la soledad, me atrapa cuando estoy rodeada de gente, por eso siempre ando con un poco de cuidado, más si estoy acompañada, me persigue todo el tiempo, como si yo le gustara.
La música me llena, en mi totalidad, mejor dicho, me revive un poquito, me gusta escuchar calle 13  y bajarme tres millones de clases sociales repitiendo los versos más sucios y obscenos del mundo a gritos, me gusta escuchar massive attack para relajarme o portishead para llorar, y así, cada canción me pone emotiva, si lo pienso y me imagino escuchando música me debo ver un poco ridícula.
Leer me gusta y no me gusta. Yo leo porque escribo y escribo porque leo, si no escribiera probablemente no leería, y si no leyera seguramente no escribiría, es una especia de circulo vicioso, de todos modos leyendo descubro mundos ajenos, perfectos, imperfectos, sucios, limpios, de todo pero ajeno, hay que tener mucha empatía. En cambio cuando escribes eres dios, dios con minúscula, eres dios del mundo, eres el dueño de todo, es una sensación inexplicable, más aún cuando rara vez te gusta algo de lo que escribiste.
Las películas me han hecho lo que soy, yo me enamoro de un personaje, y no hay quien me saque de la cabeza que yo soy ella, YO SOY ELLA, yo soy Mallory Knox, yo soy Marla Singer, yo soy Beatrix Kiddo,  yo soy Trinity, yo soy Anna la puta, yo soy Amelie Poulain, yo soy Evey Hammond, Yo soy Mia Wallace. Por ellas quiero estudiar cine, por su grandeza, yo estoy enamorada del cine, me apasiona saber que yo puedo crear la siguiente mujer que todas quisiéramos ser, darle mi forma, mis palabras y que sea recordada y adorada para siempre, por eso guión, por eso cine.

sábado, 12 de marzo de 2011

La ciudad ninguna ha desaparecido

El hijo de Cronos y Rea se ha desencadendo de su castigo, supuestamente, eterno, entre episodios de euforia y rabia decide que se vengará de los mortales que lo encadenaron sobre las nubes. Se ha propuesto inundar la ciudad más ninguna de todas, donde habitan las brujas de pueblo que lograron escapar y los cuerpos sin alma nativos de la misma.
Ya se ven sobre el pavimento los reflejos de los taxis amarillos con negro, como si rodaran sobre espejos, los expertos meteórologos predicen la tormenta dos horas después de que la misma ha iniciado. Todos los edificios cuarentones están por primera vez con sus balcones vacíos, sin mesitas, sin bicicletas, sin ancianas meditando, sin la ropa colgada.
Se respira un aire de temor, las brujas han convocado un congreso en su cumbre secreta, pero ninguna pudo llegar, el agua las derritió una a una, lo que explicaba las botellas de jack daniels a medio beber flotando indistintamente por las calles de la localidad.
La ciudad ninguna ha quedado desprotegida, se ha quedado sin magia. Jorge Ruales a pesar de todo se halla calmo en el balcón de un penthouse en el edificio más alto de la ciudad, no recuerda como llegó ahí, pero admira la ciudad en su escencia pura, se ha quedado atrapado en un slow motion y puede ver cada gota caer, chocar contra el suelo y rebotar, se aburre de la belleza de la lentitud y logra librarse de la prisión del tiempo, ingresa al departamento desconocido y mira por unos minutos como Mickey y Malhory asesinan pueblerinos en una casa de waffles, despues de una dósis de violencia televisiva, abre la ventana y el agua lo despedaza en un microsegundo